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La muerte desde el punto de vista de la vida

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[su_wiloke_sc_company_website]Parece tan fácil la vida que vivimos. Quitandonos las preocupaciones típicas y estúpidas que tenemos cada día, parece tan cotidiano lo que vivimos.

Steve Jobs, en su tercera historia de lo que considero el discurso más impresionante que he leído, comentaba que cada mañana se mira al espejo y se dice lo siguiente:

“Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy?”

¿Habéis probado a hacerlo? Siento decir, y me incluyo porque estoy bastante seguro de ello, que todos responderíamos muchísimos días lo mismo: «No». Y Steve comenta que la respuesta es «no» durante muchos días seguidos, es que algo se necesita cambiar, puesto que vivir, es sin duda un camino hacia lo que todos nos vamos a encontrar y compartimos como destino, la muerte. Y por tanto vivir, tiene que ser una experiencia presente y aprovechada.

¿Que nos ata? Es impresionante el poder que tiene la rutina en la sociedad actual. Sí, está claro, necesitamos un trabajo, un dinero para comer, una casa donde vivir… pero, ¿dónde están nuestros ideales, nuestras ilusiones y lo que nos dicta el corazón? «Recordar que vas a morir es la mejor forma que conozco de evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder«. Parece dramático pensar así, pero es la cruda realidad.

Me preocupa muchísimo realizarme esa pregunta cada mañana al espejo. Sí, se podría decir que soy feliz con mi trabajo, para qué voy a mentir: tengo una empresa, mi nómina me satisface y además me gusta lo que hago. Sí, tengo amigos cercanos que saben escuchar y apoyarme en mis momentos difíciles. Sí, tengo un hogar donde vivir que he podido decorar con mis manos. Sí, tengo un teclado bajo mis manos para hacer cualquier cosa en algo que me llena, como es la informática. Pero, ¿soy feliz conmigo mismo? ¿Estoy siguiendo realmente lo que dicta mi corazón? ¿Si este fuera mi último día, querría estar haciendo realmente esto?

¿Dónde hemos abandonado nuestra propia intuición por elegir cada día lo que queremos hacer? ¿En la competitividad, el orgullo y el miedo que cada día nos invade de los que nos rodean? ¿Es que hace falta estar rozando a la muerte para darse cuenta que realmente puedes evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder?

Hace poco un amigo (y siguiendo con el dramatismo y realismo) pudo haber perdido la vida. Él lo sabe y los que estamos alrededor también. Parece que son de esas cosas que nunca se dicen pero se saben, y va saliendo conforme pasan los días a salvo de ese posible fatídico día. Y realmente he visto como su forma de ser ha cambiado notoriamente, puesto que ya no da importancia precisamente a esos sentimientos hipócritas cotidianos que nos abordan y no nos dejan ver la esencia de nuestro destino, que es el poder de elección que cada uno tenemos día a día para abordar la vida como un reto más que nuestros corazones deben asumir, y no como la suma de sentimientos externos que nos moldean a imagen y semejanza de lo que nos rodea. Vaya paradoja, ¿verdad?

De alguna forma, me gustaría gritar con este texto lo tangible de poder elegir día a día, que no estamos presos de nosotros mismos y que somos nosotros los que podemos y queremos.

Elige, pues es lo que realmente, te hace feliz. Piensa, pues es lo que realmente te hace humano. Vive, pues es lo que realmente, no te mata.

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