[su_wiloke_sc_company_website]Suponte que pudieras salvar cinco vidas pero matando a uno. ¿Que sería lo correcto?. Es el típico dilema con lo que los filósofos les gusta debatir. En la revista BBC News proponen cuatro casos en los que preguntan a sus lectores que elegirían si vivieran determinadas experiencias que ponen al límite nuestro sentimiento humano rayando la ética o el sentido común.
Ejemplos que espero que no os pasen, pero que nos hacen pensar sobre qué haríamos en esas situaciones.
1. El violinista
Te despietas de repente en un hospital y en la cama de al lado un famoso violinista conectado a una máquina con muchos tubos. Descubres que has sido raptado por una Asociación Musical, que te han cogido porque eres el único que puede salvar la vida del maestro.
Si permaneces en el hospital, conectado al violinista, se curará en unos 9 meses. Tu no sufres daño alguno y nadie más puede salvarle, sólo tu, pero tienes que estar ahí. ¿Te sientes obligado a quedarte conectado tanto tiempo?
Un tranvía está cayendo por unos railes cuesta abajo. En su camino matará a cinco personas, a menos que tú, pulses un botón que desviará el coche a otro camino, en donde sólo matara a una. ¿Pulsas el botón?
3. El hombre obeso y el tranvía
El mismo tranvía está cayendo cuesta abajo donde matará a cinco personas. Tu estás en un puente por encima del evento y, habiendo captado el inminente desastre, decides saltar a la vía para bloquear el tranvía. Aunque tu morirás, las cinco personas se salvarán.
Antes de saltar, te percatas que eres demasiada poca cosa como para parar al tranvía. Cerca de tí, hay un hombre obeso cerca de tí. Él seguro que para el tranvía, aunque lógicamente moriría del impacto. Un pequeño codazo y el hombre caería para hacer el trabajo por tí. Nadie sabría lo que habrías hecho. ¿Le empujarías?
4. Los exploradores
Una enorme roca cae y bloquea la salida de una cueva que tú y otros cinco turistas estabais explorando. Afortunadamente, divisas un agujero en algún lado y decides sacar al héroe que llevas dentro. Pero uno de los hombres que intentas sacar por el agujero queda atrapadao. No se puede mover y no hay otra salida.
La marea sigue subiendo dentro de la cueva, y a menos que hagas algo con el hombre que ha quedado atrapado en la salida, todos os ahogareis. Buscando en tu mochila encuentras dinamita. No moverá las rocas pero puedes hacer que el hombre explote, liberando el agujero de escape.
El hombre, que sabe lo que estás pensando te pide que por favor no le mates. Él no quiere morir, pero tampoco tú y tus compañeros. ¿Haces que explote el hombre?
Si se cambiaran los papeles, ¿darías tu vida por los demás?
Las soluciones o las preguntas que hay que hacerse
El creador del primer experimento, Judith Thomson, dice que «no». Sería muy generoso por tu parte, pero no estás obligado a ello. ¿En qué se parece esto a la vida real? Thomson usa este experimento comparándolo a una mujer que se queda embarazada pero que tomó las medidas oportunas para no quedarse embarazada. Es como un argumento «pro-elección».
El violinista representa al bebé, y tú, en la cama del hospital, juegas el papel de madre. Si piensas que desconectarte del violista es aceptable, pero abortar no lo és, ¿cual es la diferencia moral entre ámbos casos? En las dos situaciones, podrías salvar una persona llevando un gran peso durante 9 meses.
En el caso de los tranvías, Philippa Foot (un renombrado filósofo inglés) diría sin ninguna duda que todo el mundo daría al botón para salvar a esas cinco personas, para sólo matar a una, pero a nadie se nos pasa por la cabeza lo del codazo en el segundo ejemplo.
La cuestión esta aquí: ¿por qué es aceptable sacrificar a uno en el primer ejemplo y no en el segundo con el hombre obeso? ¿Es moralmente aceptable matar a una persona inocente si es la única forma de salvar a muchos? ¿Deberían algunas acciones, como matar deliberadamente a personas inocentes en contra de sus voluntades, no realizarse nunca?
Por último, en el caso de la cueva debemos preguntarnos… ¿existe alguna diferencia entre matar a alguien o dejarlo morir?
Bueno… ¿y tú que opinas?