[su_wiloke_sc_company_website]Me ha venido una historia por correo electrónico bellísima. Se trata de un hombre de cierta edad que entra a una clínica para curarse una herida en la mano. Tenía bastante prisa, y mientras se curaba le preguntaron qué era eso tan urgente que tenía que hacer.
Respondió que tenía que ir a una residencia de ancianos para desayunar con su mujer que vivía allí. Contó que llevaba algún tiempo en ese lugar y que tenía un alzehimer muy avanzado.
Mientras le terminaban de vendar la herida, le preguntaron si ella se preocuparía en caso de que él llegara tarde esa mañana. «No, ella ya no sabe quien soy– dijo – hace ya casi cinco años que no me reconoce.»
Entonces le preguntaron extrañado, «¿y si no sabe quién es usted, por qué esa necesidad de estar con ella todas las mañanas?»
Sonrió, y dándome una palmadita en la mano del médico, dijo: «Ella no sabe quién soy yo, pero yo todavía sé muy bien quén es ella«.
Sin duda esta historia dice muchísimo de lo que es el verdadero amor, y de lo que todos seguro que perseguimos en esta vida. He publicado esta historia (de «El diario de Noah») porque me he sentido muy identificado, puesto que siento realmente algo así por una persona, con la que (creo) ya nunca podrá ser, pero que aunque ella no lo sepa, yo sé muy bien quien es ella….