[su_wiloke_sc_company_website]Está claro que todos conocemos un semáforo y que sabemos que el verde nos indica avanzar, el rojo detenerse y el amarillo o ámbar como paso intermedio del verde a rojo. E incluso muchas cosas han venido de esos colores, como botones de la Web, advertencias y en general, el rojo como fondo en pegatinas, avisos, carteles, señales, etc… ha advertido siempre una precaución o atención por algo, al igual que el verde nos invita a poder continuar con la acción en curso.
Cuéntan que el primer semáforo podría considerarse a las luces de tránsito que se habían instalado en el exterior del parlamento británico de Westminster; obra del ingeniero J.P. Knight, especialista en señales de ferrocarril. Éste aparato empezó a funcionar el 10 de diciembre de 1868 e imitaba a las señales de ferrocarril y sólo usaba las luces de gas rojas y verdes por la noche. Dos zumbidos señalaban que el tráfico que podía avanzar era el de la avenida y un sólo zumbido indicaba que era el tráfico de la calle 105. No tuvo una larga existencia dado un desafortunado accidente que provocó que explotase matando a un policía. Hasta la invención del automóvil no fue necesario, y fue sólo entonces cuando se retomó su desarrollo.
Es precisamente el uso en los ferrocarriles de estos dispositivos el que más tarde se extendería internacionalmente para controlar el tránsito en las ciudades, en aeropuertos, pasos peatonales, etc… Conforme iban pasando los años estos colores se han transformado en un código internacional de identificación de riesgo que no solo se usa en los semáforos. Así, por ejemplo, la luz amarilla indica precaución, el rojo es peligro como el código rojo del ejercito, y el verde (color que designa históricamente la esperanza) es que todo va sin novedad, sin riesgo.
Los colores, históricamente, en las señales de ferrocarril se escogieron por su fácil visión en grandes distancias incluso en condiciones meteorológicas extremas, así como que son dos colores bastante opuestos y distinguibles incluso en personas con problemas de daltonismo (algunos casos).
Como curiosidades sobre este artilugio:
- Valencia, es la ciudad con más semáforos por habitante. Más semáforos pero hace falta rapidez para cruzarlos. La ciudad de Valencia es una de las que dispone de mayor número de intersecciones reguladas por ciudadano: uno por cada 750 habitantes. El promedio es significativamente más alto que el de Madrid (uno por cada 2.700) o el de Barcelona (uno por cada 2.000). El millar de cruces «semaforizados» en la ciudad es exactamente el doble del de Zaragoza (502) y cinco veces más que el de Bilbao (198).
- El 4 de agosto de 1914 se instaló el primer semáforo «moderno», en Cleveland, Estados Unidos. Gestionaba el tráfico entre la avenida Euclid y la calle 105 Este. Contaba con luces rojas y verdes, colocadas sobre unos soportes con forma de brazo. Además incorporaba un emisor de zumbidos como su antecesor inglés.
- En 1929, se instaló el primero en Madrid convirtiéndose en el primer semáforo de España, entre las calles Barquillo y Alcalá.
- El ámbar o amarillo fué introducido en 1914 por William L. Potts, que reinventó el semáforo de origen ferroviario para gestionar el tráfico por carretera.
- En Nápoles (Italia) los colores significan lo contrarío: amarillo y rojo significan «pasar», y el verde, pese a toda las «reglas internacionales» todo lo contrario, que ha de pararse.
Aun así, en rojo, verde, amarillo, o rosa, que la gente se los sigue saltando a sus anchas cuando se tiene prisa…
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