[su_wiloke_sc_company_website]Cuando estamos en una situación pública con alguien que conocemos poco o no conocemos solemos hablamos de ciertos temas generales, que pueden preocupar o no, pero rellenan de alguna forma el corto espacio de tiempo que vamos a pasar con esa persona. Esta comunicación de relleno se llama «funcional». El ejemplo más claro y conocido por todos es el de los ascensores. En este pequeño espacio físico coincidimos de vez en cuando en nuestro edificio, con otras personas que lo usan.
Si no hay nada relevante en la comunidad que haya pasado (una inundación, algo que hay que arreglar, la puerta que no abre…) el tema estrella siempre es la meteorología. Se podría decir que los ascensores son «los únicos» que no salen nunca a la calle y que saben el tiempo que hace, porque todos los días se enteran del frío o del calor que hace fuera.
Si no nos apetece hablar del tiempo porque está normal, otro gesto que se suele hacer es mirar el móvil si lo tienes entre manos. Claro, no vaya a ser que alguien te llame en ese momento y quieras cogerlo al instante. O mirar los últimos mensajes como si no los hubieras visto antes. También solemos mirar con detalle la pantalla donde dice el piso en el que estamos. Parece que tenemos prisa en que llegue nuestro quinto o sexto para escapar rápidamente de ahí, o no se, quizá estemos atentos a los números para ver si se salta alguno y así tenemos tema de conversación, aunque sea místico.
Mirar para arriba, mirar al móvil (mirar al suelo también) o hablar de meteorología. Que curiosos experimentos sociales se podrían llevar en estos pequeños habitáculos en donde coincidimos con otros seres humanos unos segundos cada día… ¿y si no de qué te vas a poner a hablar? Tampoco sería plan de hablar de un tema más extenso no vaya a ser que te tengas que quedar con media pierna fuera sosteniendo la puerta (o en el sensor fotovoltaico) para terminar una conversación más larga que un «pues hace frío, eh»…