[su_wiloke_sc_company_website]Casi parece imposible comprar en un supermercado leche que sólo tenga leche, sin omegas, sin fibra, sin calcio añadido, sin tonalin; ni yogures sin vidalim, ni zumos sin vitaminas esenciales, sin antioxidantes, ni galletas que no sean bajas en grasa, altas en fibra, ricas en oleosan, pobres en colesterol. Hay productos con activos plus, con L casei inmunitas o bifidus activo. Como en una lista de tapas cantada a la andaluza: «hay alimentos cardiosaludables, buenos para el riñón, mejores para los huesos y superiores para las defensas».
Algunos alimentos se encarecen más de un 100% porque en el envase hay un reclamo publicitario de ese estilo. A pesar de entender poco o nada de lo que cuenta el bote, las campañas publicitarias llaman la atención poderosamente y el consumidor lo compra aunque sea más caro. ¡Hasta hay maquinillas de afeitar enriquecidas en vitamina E!
Necesitamos 52 sustancias para sobrevivir y todas ellas están en los alimentos. Si llevamos una dieta variada obtendremos esos 52 componentes y además de forma equilibrada. Hay parte de la población, como niños, mayores, embarazadas, atletas, que quizá necesitan algo que no pueden tomar y entonces pueden recurrir a alimentos enriquecidos o fortificados.
También se asocian en la publicidad a cierto prestigio social, a consumidores de élite, y eso funciona. Respecto a las familias que los consumen, en realidad, son las de clases más humildes, porque lo caro hoy en día es consumir productos frescos recién cocinados.
El tiempo es vital. No creo que las familias le den esos productos a sus hijos porque sientan que no están haciendo por ellos lo que deben, simplemente es una cuestión de tiempo; el trabajo no permite comer cinco frutas al día y hay productos que le ofrecen esa posibilidad en un bote pequeño que se bebe de un trago.
Así pues, lo caro es llevar una dieta sana. Para eso se requiere cultura y dinero. Cuanto menos haya de ambas, más calan los mensajes.
Escrito por: Toni (Cosas Sencillas).