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Gordo de Navidad … ¿para qué?

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[su_wiloke_sc_company_website]Tres millones de euros por tener uno de los muchos papeles que había por todo el territorio español con un número en el. Un número 32.365. ¿Que tiene de especial este número? No se, lo veo normal… un par de treses, un dos … un cinco y un seis, combinados de una forma nada especial.

¿Especial? Pues que si lo tenías escrito en formato «número de lotería de Navidad de este año» lo puedes canjear por 3 millones de euros. Tampoco es para tanto, ¿no?

[MODO IRONICO ON] Total, que se puede hacer con ese dinero si Hacienda te quitará un cacho, la hipoteca otro y luego entre repartirlo a los familiares y celebrarlo con un viaje con mucho champagne y lujo se te va a quedar en nada.[MODO IRONICO OFF]

Eso es probablemente lo que pensaremos el 99% de los españoles a los que no nos ha tocado nada.

Nos consolamos pensando que al menos nuestro número tiene un tres, un dos, un cinco o un seis. En mi caso era el 36.234 y sólo me ha dado un micro infarto al corazón al ver el gordo en la tele, porque me recordaba un poco al que yo había comprado, y me ha hecho ir apresuradamente a comprobarlo.

Nos consolamos pensando que nunca toca, y que todos los años es lo mismo. Ni nos toca a nosotros, ni a un familiar del que podamos estar bajo su paragüas de felicidad.

Nos consolamos porque ayer no teníamos nada, y hoy seguimos sin tenerlo.

Pero en verdad, internamente, vemos las imagenes que plagan los telediarios de hoy y maldecimos a esos &*%*$&$ que saltan de alegría con millones de euros, que se tiran el champagne por la cara, que se quedan afónicos de gritar su número y tatarear el cántico de los millones de los niños de San Ildefonso, cántico que no ha sonado en nuestro oídos con ese número que queríamos que saliese, con esa bolita que se ha mofado de nosotros y que no salía por el dichoso agujero cuando su compañera de 3 millones (o aunque hubiera sido 1 o medio …) salía por el bombo hermano.

Malditos ganadores que nos refrotan por la cara su felicidad … aaaaahhhh amigo … ¿y cuanto te gustaría ser uno de esos malditos?

El año que viene, de nuevo, volverás a gastarte medio sueldo en papelitos con números, para ser tu el maldito que grita, el maldito que se baña en champagne, el maldito que se mofa delante de las cámaras con la fotocopia DIN-A2 de tu preciado número, que está a buen recaudo.

El año que viene, de nuevo, probablemente, no seré uno de esos malditos …

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