86400 – Blog de viajes

Nochevieja

[su_wiloke_sc_rating_chart title="¿Te gusta el artículo? ¡Valóralo!"]0 media basada en 0 votos[/su_wiloke_sc_rating_chart]

[su_wiloke_sc_company_website]¡Dentro de nada… Nochevieja, ¿eh? ¡Qué estrés! El estrés comienza con la cena. Aquello parece una prueba del Gran Prix: tienes que llevar calzoncillos rojos, tener algo de oro para meterlo en la copa, preparar las doce uvas… Y contarlas varias veces, porque, como son todas iguales, te equivocas:

– Una, dos, tres, cuatro… una, dos, tres, cuatro, cinco, seis… Esta pocha ya la he contado… Una, dos… siete, ocho… ¡Joder, las doce menos veinte!
¡Chavalín, trae el Rotring, que las voy a numerar, como en el Bingo!

Y tu madre:
– ¿Queréis venir, que se enfrían las gambas?
Que esa es otra: te tienes que comer todo lo que está en la mesa… ¡antes de las doce!; que, con las prisas, más que pelar gambas, parece que estás desactivando una bomba.

– ¡Coño, las doce menos diez! ¡Mamá, no me da tiempo: hazme un sándwich con
el cochinillo, que ya está terminando Cruz y Raya!

Y no eres el único que está agobiado, ¿eh? No hay más que ver la tele. Allí
están Ana Obregón y Ramón García, explicando a toda España como funciona un
reloj. Acojonados por si se equivocan:

– Cuando la aguja pequeña esté en las doce y la grande también… serán las
doce. (¡Coño, como todas las noches!)

– Y entonces bajará la bola y… luego vienen los cuartos, ¡no vayan a empezar a comerse las uvas, ¿eh?

Cuando por fin llegan las doce, en toda España se oye lo mismo: Cla, cla, cla, cla…

– Eso es la bola: cla, cla, cla… Din-don…
– ¡Ah no, que son los cuartos!

Din-don…

– ¡Escupid que son los cuartos!
Din-don…

– Pfbbbbbbbb… ¿qué son qué?
Din-don…

– Los cuartos…
Ton…

– ¡Ahora, ahora!
Ton…

– ¡Una!

– ¡Que no, que vamos por la segunda!
Ton…

– Pues me meto dos…
Ton…

– Seis…

– ¿Cómo que seis?
Ton…

– A mí ya no me caben más, ¿eh?
Ton…

-¡Eh!, ¡deja mis uvas!
Ton…

– ¡Es que se me ha caído una al suelo!
Ton…

– Bgrfds…
Ton…

– Bggggdffffff…
Ton…

– A mí ya no me quedan…
Ton…

– Bgggggdffffff….
– ¡Pues a mí me sobran cuatro!
Ton…

– Bfgggggggg, grounfffffff…

Y cuando acaban, toda la familia con la boca llena de babas, a darse besos:

– Feliz año, eeeeeeeeeh, felicidades, grfdddfd…

Y suena el teléfono: ¡riiiiiiiiiing!
– ¡Pero coño! ¿Ya están llamando? ¿No se pueden esperar?
– Pues a mí todavía me sobran dos…
– ¡Champán, que alguien venga el Champán!

Pero, bueno, ¿a vosotros os parece lógico empezar el año así? ¡Qué estrés!

Pero como es Nochevieja… tienes la obligación de divertirte. Así que después te vas a un fiestorro a un sitio en el que, si caben mil personas, el dueño ha decidido
meter a cinco mil doscientas. ¡Muy bien! ¡Cuatro mil doscientas más de las
que caben! ¡Quédate en la calle si te apetece, con la pelona que está cayendo!
Así que entras. Lo bueno que tiene ir a un sitio así es que te puede pasar cualquier cosa. Yo estaba tan tranquilo, tomándome mi cubatita de garrafón, cuando de repente un tío me cogió por detrás y me dijo:

– ¡¡¡¡COOOOOOOOONGAAAAA!!!!!

Y de repente te das la vuelta y llevas cien personas enganchadas a tu culo. ¡A ver como escapas de ésta! Porque una conga es como una secta: entrar es muy fácil pero salir es muy jodido. Porque en el garito hay como doce congas girando a toda pastilla…
Bueno, pues iba yo conduciendo mi conga… por mi derecha, cuando, de pronto, me veo venir en dirección contraria una conga suicida acojonante conducida por un gordo con casco de vikingo. Yo le iba a hacer ráfagas, pero como las congas no llevan ni luces ni nada… pues, para evitar la colisión, di un giro brusco a la derecha.. ¡Y me tragué entera una columna de espejitos! ¡Siniestro total!

Doce heridos leves y una columna de espejitos destrozada. Y yo, con una
ceja abierta tirado en el suelo. Y en ésas, me desmayé. Al despertar estaba en la sala de urgencias, rodeado por todos los de mi conga. Algunos todavía no se habían desenganchado; habían venido corriendo detrás de la ambulancia.

Bueno, las urgencias en Nochevieja, hay que vivirlas. Y como allí también es nochevieja, el camillero lleva un gorrito de moro, la enfermera un collar de hawaiana y el que te cose la ceja unos dientes de Drácula, ¡que te da una confianza… ! El tío te dice: ¿Qué ha sido? ¿Con una moto?

– No, con una conga.
– ¡Ay!, si es que van como locos con las congas…

Cuando salí de allí me quería ir a mi casa, pero como era Nochevieja, acabé a las ocho de la mañana con la ceja grapada en un bareto…

– Oiga, póngame un chocolate con churros.
– Pues sólo nos queda Nesquick y algunos dónuses… Es que los últimos churros se los han tomado los de una conga, ¡traían un cachondeo…! Había un gordo que llevaba un casco de vikingo… ¡No le digo más! Y es lo que yo le digo a los clientes: si no disfrutas en Nochevieja, ¿cuándo vas a disfrutar?

Monólogo del Club de la Comedia
(sólo hay que buscar por Internet, al menos, el origen, para no decir «por correo» :P )

Salir de la versión móvil