[su_wiloke_sc_company_website]Somos casi 7.000 millones de personas en el planeta (bueno, quizá más por lo no censados), y nos concetramos normalmente en núcleos urbanos, donde nos reunímos los mayores grupos numéricos de personas.
Está claro que en una ciudad como Barcelona, donde para ir al trabajo, puedes toparte andando con 400 personas, no vas a ir saludando a todas. Pero yo vivo en una zona tranquila de Barcelona, como si fuera un barrio periférico. Aun así, aquí hay más de 50.000 personas. Por la calle, cuando voy a trabajar, a las 8am, me cruzo con unas 2 o 3 personas, muy pocas.
Una mujer mayor, que iba todo deportiva con una mochila, se me ha cruzado y me ha soltado un «Hola, buenos días«. Sorprendido, obviamente he respondido, pero me he quedado todo el viaje de ida al trabajo pensando en esto.
Ya no se ve mucho en «las ciudades». Si estuviera en un pueblo de 200 habitantes lo entendería, pero … ¿en Barcelona? ¿Esta mujer (y otro tipo de personas que aún lo harán) cómo seleccionan el target?
Supongo que al ser tan de madrugada, una plaza vacía, ella y yo … ha sentido la necesidad de hacerlo, pero, estoy seguro que, al igual que yo lo miro con cierta añoranza de esa relación humana que se pierde y se enfría debido principalmente a la masificación de las urbes, otros la tildarán de loca y ni le devolverán el saludo.
Esto me recuerda algo parecido cuando me acerqué a una señora el otro día (para preguntarle la hora, ya que no tenía batería en el móvil y no llevo reloj) y se me asustó echándose para atrás como si le fuera a atracar, cuando precisamente veníamos los dos de frente, me acerqué lentamente e inicié con un perdone….
Defensivos, aburridos, a nuestro rollo … eso es la consecuencia de una ciudad. Por otra parte, es obvio que tiene toda una serie de ventajas, pero …¿seremos tan robot en las relaciones como pintan algunas películas del futuro?
¿Cuanto más grande el sitio donde vivimos, más nos importa un pito todos los demás?