En un fin de semana en el que había olvidado completamente el motivo del puente, llamaron a mi puerta. Eran unos niños con la cara un poco pintada. Pedían dinero.
Aunque pueda parecer raro, así viví este pasado Halloween. No vivo en ninguna urbanización, ni en un conjunto de casas adosadas, y aun así, la semana pasada sacaba a conversación la pregunta: ¿en España irán los niños por los pisos de los ...