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Mitos: Los humanos sólo usamos el 10 por ciento del cerebro

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[su_wiloke_sc_company_website]Esta es la media que se ha ido atribuyendo a este mito durante el último siglo. Afortunadamente, no es verdad. Como se muestra claramente en esta fotografía los humanos ponemos la mayoría de nuestro cortex cerebral en uso, incluso cuando echamos una cabezada.

Un artículo encontrado en la Universidad de Madrid nos pone bien claro en entredicho el famoso «mito del 10%», de un artículo creador por Benjamin Raford en 1999.

Según éste por lo visto, y basándonos en el mito, nos han robado alguna parte de cerebro y ni lo sabíamos. Mientras que para aquellos que repiten ese mito esto proba­blemente sea verdad, los demás felizmente usamos todo el cerebro.

Adentrémonos en dicho artículo y analizemos si realmente es verdad o no.

El mito y los medios

Ese remanido supuesto del diez por ciento aparece todo el tiempo. En 1998, los avisos publicitarios de la revista nacional para la U.S. Satellite Broadcasting mostraban el dibujo de un cerebro. Debajo figuraba la leyenda: “Ud. sólo usa el 11 por ciento de su po­­tencial”. Bien, estuvieron más cerca que el mito del diez por ciento, pero todavía les fal­tó un 89. En julio de 1998, la cadena de televisión ABC emitió unos spots promo­cio­nales del programa The Secret Lives of Men (“Las vidas secretas de los hombres”), para la temporada de otoño. El spot consistía en una propaganda en la que se podía leer, “Los hom­bres sólo usan el diez por ciento del cerebro” ocupando toda la pantalla.

Una de las razones por las cuales este mito ha permanecido, es que ha sido adoptado por vi­den­tes y otros integrantes del mundo paranormal para explicar los poderes parapsí­qui­cos. En más de una ocasión he escuchado a videntes que le dicen a la audiencia “So­la­men­te usamos el 10 por ciento de la mente. Si los científicos no saben lo que hacemos con el 90 por ciento restante, ¡entonces debemos estar usándolo para los poderes parapsí­qui­cos!” En Reason To Believe: A Practical Guide to Psychic Phenomena (Razón para creer: guía práctica para los fenómenos parapsíquicos), el autor Michael Clark menciona a un hombre llamado Craig Karges. Karges cobra un montón de dinero por su programa Intuitive Edge (Al filo de la intuición), el cual está diseñado para desarrollar habilidades parapsíquicas naturales. Clark cita a Karges diciendo: “Normalmente utilizamos sólo del 10 al 20 por ciento de la mente. Piense cuán diferente sería su vida si Ud. pudiera usar ese otro 80 ó 90 por ciento, que conocemos con el nombre de mente subconsciente” (Clark 1997, 56).


También ésta fue la razón que dio Caroline Myss intentando explicar sus poderes intuiti­vos en una sección de Eye to Eye with Bryant Gumbel (Ojo a ojo con Bryant Gumbel, o Frente a frente con Bryant Gumbel), que se emitió en julio de 1998. Myss, que ha escrito li­bros sobre el desarrollo de los “poderes intuitivos”, dijo que todo el mundo tiene dones in­tui­t­i­vos, y lamentó que usáramos tan poquito del potencial de la mente. Para empeorar las cosas, apenas una semana antes, en el mismo programa, se había presentado informa­ción correcta acerca del mito. Entre el programa y la publicidad, aparecía en pantalla un spot con una breve encuesta: ¿Qué porcentaje del cerebro usamos? Las respuestas, tipo multiple-choice (de elección múltiple) iban desde el 10 hasta el 100 por ciento. Apareció la respuesta correcta, lo cual me alegró. Pero si los productores sabían que lo que había di­cho una de las entrevistadas era clara y manifiestamente erróneo, ¿por qué permitieron que saliera al aire? ¿El cerebro derecho no sabe lo que está haciendo el cerebro izquier­do? Tal vez la entrevista a Myss era una repetición, en cuyo caso los productores presu­mi­blemente chequearon los hechos después de que se emitió al aire y sintieron la res­pon­sa­bilidad de corregir el error en la emisión de la semana siguiente. O posiblemente las emi­siones se difundieron en secuencia y los productores simplemente no se preocuparon y emitieron a Myss y a su desinformación de todos modos.

Incluso Uri Geller, quien construyó su carrera tratando de convencer a la gente de que po­día doblar metales con la mente, salió al ruedo con esta perlita. Esto aparece en la in­tro­ducción de su libro Uri Geller’s Mind-Power Book (El libro de los poderes mentales de Uri Geller): “Nuestras mentes son capaces de proezas notables, increíbles, y todavía no las utilizamos en su plenitud. De hecho, la mayoría de nosotros usamos sólo cerca del 10 por ciento del cerebro, con suerte. El otro 90 por ciento está lleno de habilidades y po­tenciales aún no descubiertas, lo cual significa que nuestras mentes operan en forma muy limitada en lugar de funcionar a pleno. Creo que alguna vez tuvimos pleno poder so­bre nuestra mente. Lo hacíamos para sobrevivir, pero a medida que el mundo se sofis­ticó y se hizo más complejo nos olvidamos de muchas habilidades que alguna vez tuvi­mos” (énfasis en el original).

Evidencia en contra del mito del diez por ciento

El argumento que dice que los poderes parapsíquicos provienen de la vasta parte del ce­re­bro no utilizada se basa en la falacia lógica del argumento por ignorancia. En esta fa­la­cia, la falta de pruebas para sostener una posición (o simplemente la falta de infor­ma­ción) se usa para tratar de apoyar una suposición determinada. Aunque fuera cierto que la ma­yor parte del cerebro humano no se usa (lo cual no es cierto), eso de ninguna manera im­plica que haya alguna capacidad extra que pueda darle a la gente poderes parapsí­qui­cos. Esta falacia surge constantemente en las afirmaciones paranormales, y prevalece es­pe­cial­mente entre los partidarios de los OVNI. Por ejemplo: dos personas ven una extraña luz en el cielo. El primero, un creyente en los OVNI, dice, “¡Mira allí! ¿Puedes ex­pli­carme eso?” El escéptico contesta que no, que no puede. El creyente en los OVNI se regocija. “¡Ja! ¡No sabes lo que es, por lo tanto debe tratarse de extraterrestres!” dice, ar­gu­mentando desde la ignorancia.

Lo que sigue son dos de las razones por las cuales el mito del diez por ciento resulta sos­pe­choso. (Para un análisis más extenso y detallado del tema, véase el capítulo de Barry Be­yerstein en el nuevo libro Mind Myths: Exploring Everyday Mysteries of the Mind, 1999 [Mitos de la mente: explorando los misterios cotidianos de la mente]).

1) Las técnicas de investigación por imágenes tales como los PET (Tomografía por emisión de positrones) y la fMRI (resonancia magnética funcional por imágenes) muestran claramente que la mayor parte del cerebro no permanece inactiva. En ver­dad, aunque ciertas funciones menores pueden utilizar sólo una pequeña parte del cerebro en un momento determinado, cualquier conjunto de actividades o pa­tro­nes de pensamiento complejos usarán muchas partes del mismo. Así como una persona no utiliza todos los músculos a la vez, tampoco utilizan todo el cere­bro a la vez. Para ciertas actividades, tales como comer, mirar televisión, o leer The Skeptical Inquirer, usted puede usar unas pocas partes específicas del cere­bro. Sin embargo, en el transcurso del día se utilizarán casi todas las partes del ce­rebro.

2) El mito presupone una localización extrema de las funciones cerebrales. Si las par­­­tes “usadas” o “necesarias” estuvieran dispersas por todo el órgano, esto im­pli­caría que de hecho se necesita gran parte del cerebro. Pero el mito implica que la parte “utilizada” del cerebro es un área discreta, limitada, y la parte “no utili­za­da” es como un apéndice o amígdala, que ocupa espacio pero es esencialmente in­ne­cesaria. Pero si todas esas partes del cerebro no se usan, el hecho de remover o dañar las partes “no usadas” no conllevaría grandes efectos o ni siquiera se no­ta­ría. Sin embargo las personas que han sufrido traumas cerebrales, un infarto, u otro daño cerebral, frecuentemente se encuentran severamente impedidos. ¿Ha es­cuchado Ud. a algún médico decir, “afortunadamente cuando la bala penetró en el cráneo, solamente dañó el 90 por ciento del cerebro, que no usaba”? Por su­pues­to que no.



Tira cómica de lo complejo de un cerebro de mujer y de hombre

Variantes del mito del diez por ciento

El mito no es simplemente algo estático o un malentendido. Tiene diversas formas, y su a­daptabilidad le da una vida más prolongada que la que tiene un spam laqueado. En su ver­sión básica el mito afirma que años atrás un científico descubrió que nosotros uti­li­za­mos verdaderamente sólo el 10 por ciento del cerebro. Otra variante se refiere a que sólo el 10 por ciento del cerebro ha sido mapeado, y que esto se malinterpretó mapeado por usado. Antes, Craig Karges había presentado una tercera variante. Ésta dice que, de al­gu­na manera, el cerebro se encuentra ingeniosamente dividido en dos partes: la mente cons­ciente que se usa del 10 al 20 por ciento del tiempo (presumiblemente a plena capa­ci­dad); y la mente subconsciente, en donde el restante 80 ó 90 por ciento del cerebro permanece inutilizado. Esta descripción revela un profundo malentendido de la inves­ti­ga­ción de las funciones cerebrales.


La larga vida del mito se debe en parte a que si una variante resulta incorrecta, la persona que cree en ella puede simplemente cambiar la razón de su creencia y apoyarse en otra ba­se, mientras la creencia misma permanece intacta. Así, por ejemplo, si a un individuo se le muestra un examen PET en donde se observa actividad en todo el cerebro, todavía pue­de seguir argumentando que lo del 90 por ciento se refiere a la mente subconsciente, y por lo tanto la figura del mito queda a salvo.

Independientemente de la variante, el mito se repite y se expande, sea por gente bien in­ten­cionada o por aquellos que mienten deliberadamente. La creencia que permanece es, en­tonces, lo que Robert J. Samuelson denominó un “psico-hecho (psycho-fact), una cre­en­cia que, a pesar de no estar sólidamente basada en los hechos, se toma como real por­que su constante repetición cambia la manera en que experimentamos lo que vivimos”. El lego va a repetirlo una y otra vez hasta que, tal como sucede con la advertencia de no ti­rarse al agua después de comer, termine por convertirse en una creencia ampliamente di­fundida. (“Triumph of the Psycho-Fact”, Newsweek, May 9, 1994.)

Los orígenes del mito no son del todo claros. Beyerstein, del Laboratorio de com­por­ta­miento cerebral de la Universidad Simon Fraser en British Columbia, lo ha rastreado hasta principios del siglo veinte. En una reciente columna de la revista New Scientist tam­bién se sugirieron otras fuentes, incluyendo a Albert Einstein y Dale Carnegie (Brain Drain 1999). Probablemente tenga un sinnúmero de fuentes, principalmente la malin­ter­pre­tación o malentendido de los hallazgos científicos legítimos así como los gurúes de au­to­ayuda.

El más poderoso atractivo del mito es probablemente la idea de que podemos desarrollar po­deres parapsíquicos o al menos lograr ventajas competitivas tales como mejorar la me­mo­ria y la concentración. Todo esto se encuentra a nuestra disposición, como dicen los avi­sos, si aprovechamos el más poderoso de nuestros órganos, el cerebro.

Ya es tiempo de desechar este mito, aunque si ha sobrevivido casi un siglo, seguramente con­tinuará vivo en el próximo milenio. Quizá la mejor manera de combatirlo sea con­tes­tar a nuestro interlocutor, cuando lo mencione, “Ah, ¿y qué parte no usas?”

*Benjamin Radford es Jefe de Edición de la revista The Skeptical Inquirer y es graduado en psicología

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