[su_wiloke_sc_company_website]Ni siquiera siendo aragonés de pura cepa, uno es capaz de imaginar las maravillas que tiene tan cerca, en su propia tierra. A menos de una hora de la capital de Aragón hacia el norte, con los Pirineos perfilando siempre el horizonte frontal, nos encontramos con el Valle de Tena, enclave de pueblos tan populares y bellos como Biescas, Tramacastilla, Lanuza, Sallent de Gallego, … repletos de puentes medievales, iglesias románicas, bosques interminables, pintorescos valles, miradores, lagos, …
Además de las clásicas actividades invernales con la nieve, el Valle de Tena ofrece además un elenco de posibilidades para combinar con el deporte rey del invierno, endulzando si cabe más, la estancia entre uno de los complejos montañosos más tentadores de Europa. Tras una jornada en Formigal, una de las mejores estaciones de esquí de España, con más kilómetros y pistas esquiables, y en donde miles de personas cada día disfrutan de cientos de actividades como el icekarting, los trineos de perros, o las bicis de nieve, uno busca siempre completar su día con ocio, relax o gastronomía.
Uno de los principales pueblos del Valle de Tena, Sallent de Gallego, en pleno apogeo invernal. Foto: Alex Dantart
Para reponer fuerzas de tan agotadores jornadas blancas, podemos poner broche perfecto con un buen restaurante. El restaurante Vidocq, comandado por Diego Herrero, un cocinero entusiasta de su trabajo (cuenta hasta con canal de TV en Youtube y una cuenta Twitter muy interesante), nos presenta un menú digno de estrella Michelín (se encuentra en dicha guía) y ganador en varias ocasiones de premios de tapas. Sinceramente, no puedo evitar la tentación de volver a probar platos como su solomillo de ibérico en hojaldre con salsa de boletus, o el coulang relleno de espinacas y gambas, con unos precios muy económicos para lo que estamos acostumbrados los esquiadores. Además, dispone de wifi gratuito. Altamente recomendado.
- Restaurante Vidocq: una imagen muy cuidada, tanto su arquitectura como sus platos. Foto: Alex Dantart
Pero si buscas un descanso de verdad tras el ejercicio diurno, a muy pocos kilómetros de la frontera, encontramos Panticosa -que también tiene estación, nada que envidiar a Formigal y con algo menos de afluencia-, donde a las afueras, subiendo una serpenteada carretera, se emplaza uno de los mejores balnearios de España: el Balneario de Panticosa.
- El Balneario de Panticosa se refugia entre pintorescas montañas. Foto: Alex Dantart
Con rutas de todo tipo (termal, relax, circulación …), y pudiéndose disfrutar en horarios especiales también sin niños, la arquitectura del complejo impresiona: iglesia, hotel, balneario, bosque y lago comparten un pequeño hueco dejado por altas montañas, que apuntan a un manto de estrellas que puedes contemplar desde la piscina exterior calefactada, o desde la bóveda abierta interior, dos de las joyas del balneario.
- Irresistibles carnes a la brasa en la familiar Casa Martón. Foto: Alex Dantart
De la misma forma que el día anterior, y con el listón bien alto, debíamos encontrar un refugio gastronómico de calidad, y lo encontramos bien cerca de Formigal, en Sallent de Gállego, a pie del valle. Se trata de Casa Martón, un acogedor templo del horno de leña (que no de carbón) donde deleitarse de dos especialidades: carne a la brasa y verduras naturales de la tierra (en particular las alcachofas), que específicamente tientan y atraen a gente de todos los lugares por su calidad y buenísima presentación. Una familia que lleva muchos años llevando este singular negocio y que aconsejamos reservar con tiempo, ya que es pequeño y muy bueno.
Tengo que reconocer con orgullo que el Valle de Tena es uno de los lugares más bonitos de nuestro planeta. Lo conocí en invierno y ¡tengo ganas de reencontrarme con él en verano!.