Como la vida misma

Codornices estofadas… al perdigón salteado

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No, el blog no ha cambiado de temática, ni es una nueva receta, sino más bien una advertencia, pues la contaminación por munición de plomo persiste en la carne de caza menor, una vez cocinada. Es necesario recordar que el plomo está entre los metales pesados (mercurio, plomo, cadmio, talio, arsénico, selenio, etc.), un grupo de elementos químicos que presentan una densidad relativamente alta y cierta toxicidad para el ser humano.

A parte de ese dato, si eres amante de la naturaleza, puede que te intranquilice saber que todos los años mueren tres millones de aves acuáticas como consecuencia de la intoxicación por plomo. Esta intoxicación por plomo también recibe el nombre de “enfermedad invisible”, ya que a menudo pasa inadvertida.

El Departamento de Interior de Estados Unidos ha dicho que por cada ave que matan los cazadores van a parar al medio ambiente 0,23 kilogramos de perdigones de plomo. Al tomar muestras de la capa superior del fondo de tierras pantanosas, charcas y lagos, ciertos biólogos han hallado que en algunas zonas hay más de 250.000 perdigones por hectárea. Los fondos también están llenos de plomos de pescar que se han perdido.

Cuando termina la temporada de caza, los patos y otras aves acuáticas que buscan alimento engullen estos perdigones. De tres a diez días después, el veneno alcanza la corriente sanguínea y pasa a los órganos principales: el corazón, el hígado y los riñones. Entre los días diecisiete y veintiuno, el pájaro entra en coma y muere. Otras aves a su vez se pueden intoxicar al tragar los perdigones de plomo que se encuentran en los cuerpos de las aves acuáticas que comen.

Los datos para España

Según los datos que he leído en Público, El efecto del plomo que se encuentra en la munición mata a 60.000 aves cada año y afecta a entre 80.000 y 100.000. Este envenenamiento se produce de forma lenta, como ya se ha comentado, cuando las aves acuáticas se alimentan en humedales y, entre el barro que tragan para limpiar el organismo, se encuentran perdigones de plomo. Éstos se deshacen, liberando el metal, que finalmente pasa a los huesos, la sangre y los órganos. Esta grave afección se detectó hace muchos años, pero ahora un equipo del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos, en Ciudad Real, ha evaluado la transferencia de plomo de los perdigones de caza a la carne de codorniz durante su cocción. Y lo que llega a la messa está, en muchos casos y en buena parte, contaminado.

Los investigadores del centro del CSIC, la Universidad de Castilla-La Mancha y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha han comprobado que un solo perdigón por pechuga es suficiente para superar los niveles de plomo permitidos por la Unión Europea en carne de ave de corral: 0,1 microgramos de plomo por gramo de tejido.

Además, los científicos examinaron si esta transferencia se produce en el caso de que las codornices se escabechen, dado que, en España, el consumo de carne escabechada es también frecuente. Y descubrieron que el vinagre, empleado para este tipo de plato, reduce de forma importante el pH de la cocción y facilita la disolución del plomo, por lo que aumenta la contaminación y es más nocivo.

Los investigadores concluyeron en sus análisis que la ingesta de 200 gramos de carne de codorniz supondría tragarse 6,3 miligramos de plomo, una cantidad muy superior a los niveles tolerables establecidos por la Organización Mundial de la Salud, que son de 1,75 miligramos semanales para una persona de 70 kilos de peso. Otras investigaciones indican, además, que hasta el 40% de las aves acuáticas en España no son aptas para el consumo.

Intoxicación por plomo: un problema antiguo

El plomo se utilizaba en fechas tan remotas como el año 3000 a.E.C. Los antiguos egipcios lo emplearon en la escultura y la alfarería; los fenicios y caldeos traficaron con él, y los griegos de Atenas lo extrajeron durante unos siete siglos. Pero fueron los romanos, durante la gobernación de los césares, los primeros en descubrir sus posibilidades industriales, descubrimiento que pagaron muy caro.

Los romanos lo llamaron plumbum (el término “plomería” se deriva de esta palabra latina.). Trabajadores especializados enrollaban grandes láminas de plomo para hacer cañerías de quince longitudes diferentes que utilizaban en sus sistemas de distribución de agua. Tanto los romanos como los griegos marcaron la pauta para los fontaneros o plomeros del día moderno, encajando las tuberías de plomo unas en otras. Así pudieron conectar kilómetros de tuberías para llevar el agua a largas distancias. Los romanos también transformaron el plomo en vasijas para beber, toneles para el vino y utensilios de cocina. Inventaron la tela para los tejados resistente a la intemperie hecha de planchas de plomo.

Pero tal como el uso del plomo no es nuevo, su perjuicio para la salud tampoco es un descubrimiento reciente. “Durante por lo menos dos mil años —comenta la revista Science News, las sociedades han sabido que el plomo es un veneno muy poderoso, aunque su manera de actuar sigue siendo un misterio.” A pesar de ello, los antiguos romanos parecían ignorar casi por completo los auténticos peligros del plomo. Según Jerome Nriagu, del Canadian National Water Research Institute (Instituto Nacional Canadiense de Investigación del Agua), normalmente añadían al vino un jarabe de uva hervido en recipientes de plomo.

Según la Wikipedia, para dar el color, la suavidad y el bouquet al vino se recomendaba hervirlo y fermentarlo en recipientes o vasijas recubiertas de plomo ya que las de cobre daban mal sabor a la bebida. El vino al hervirse a fuego lento formaba "azúcar de plomo" (en realidad era acetato de plomo, un potente fungicida, pero a su vez un apetecible edulcorante). Según el grado de hervor, el líquido se llamaba "sapa", "defrutum", "heprena" o "siracum". Cada litro de "sapa" contiene una concentración de plomo entre 250 y 1 000 miligramos por litro y bastaba una cucharadita de este líquido ingerida diariamente para causar una intoxicación crónica por plomo. Los emperadores y miembros de la nobleza eran ávidos consumidores de este tipo de vino, el cual era en ocasiones endulzado con un jarabe de uva preparado también en vasijas de plomo.La revista Newsweek cita un comentario de Nriagu: “Una cucharadita de ese jarabe habría sido más que suficiente para causar una intoxicación crónica por plomo”. Y los mandatarios romanos bebían mucho vino. Se calcula que un miembro de la elite romana bebía de uno a cinco litros al día.

Se supone que una de las razones de la caída del Imperio romano —informa The Medical Post de Canadáfue su predilección por endulzar los vinos con plomo.” Un informe dice: “La intoxicación debida al uso extenso de este metal en utensilios, armas, cosméticos, vasijas de vino y cañerías de agua puede haber sido la causa de la locura de los emperadores [romanos] y de las tasas de esterilidad y abortos que impidieron la perpetuación de las clases gobernantes”.

Escrito por: Toni (Cosas Sencillas).

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08 Comments

  1. Lek

    Esto me ha recordado un estudio sobre la relación entre delincuencia y plomo.

    Respecto a los romanos, suscribo la frase más famosa de Obélix, estaban locos :(

    9 de junio de 2008
  2. Lek

    umh… vaya, intuyo que mo comentario se ha ido al antispam :-/

    9 de junio de 2008
  3. Toni

    Desconocía ese trabajo, muchas gracias Lek, por cierto, Obelix tenia más razón que un santo.

    9 de junio de 2008
  4. Kore

    Buen artículo, Toni!

    Por si no lo sabías también en la historia del arte hay una enfermedad con respecto al plomo llamada Saturnismo.

    Los pintores tenían la costumbre de chupar las cerdas de los pinceles para ablandarlas y, como la pintura tenía plomo por aquel entonces, ingerían poquito a poquito varias dosis.

    Por ejemplo, Goya murió de eso ;)

    9 de junio de 2008
  5. Toni

    Muchas gracias por la información Kore, si que nos esta dando el plomo problemas.

    9 de junio de 2008
  6. Loren

    Pero si no se hacen los perdigones de plomo, estos rebotarán. O cuando comamos la pechuga de murphy que contenga un perdigón, nos quedaremos sin diente seguro. La solución no es fácil, tiene que ser un material “moldeable”.

    11 de junio de 2008
  7. Toni

    Se puede volver al arco y las flechas.

    12 de junio de 2008
  8. Loren

    Pues es verdad!
    Además todo empezó así, y la escopeta no es más q una “evolución” por comodidad. Ala perdigones por ahí y alguno le dará.
    El arco es practicamente silencioso, y en vez de golpear la espalda, la cuida.
    Arriba las flechas, abajo los catuchos. El arco es la solución!!

    12 de junio de 2008