[su_wiloke_sc_company_website]He visitado muchas ciudades, y he cogido los típicos medios de transporte para conocer la ciudad: coche, autobús, bicicleta … ¡incluso patines! Y ahora, sin lugar a dudas, en mi lista de preferencias ha entrado uno nuevo muy fuerte: el Segway.
Hemos oído hablar de esta curiosa máquina o incluso la hemos visto en España utilizada, por ejemplo, por las guardias urbanas de localidades costeras; pero no se me hubiera ocurrido la aplicación tan interesante y emocionante de la misma para el turismo urbano.
Gracias a GetYourGuide (blog y Facebook) descubrimos esta actividad que lidera en Madrid la empresa Urbanmovil. Conocemos a Nico, un simpático guía, gran conocedor de idiomas y lugares, con una capacidad innata de explicar el entorno y la historia, llenándola de curiosidades y anécdotas, que hacen mucho más amena la información turística que recibes.
Nuestro recorrido, con más de dos horas de duración, se centró en la Madrid de los Austrias, y siguiendo por la M30 hacia el sur, llegando hasta más allá del Parque de la Arganzuela, disfrutando de casi 15 kilómetros de ciudad, al aire libre, y muy cómodamente. Aun así, existen otras alternativas y se pueden proponer zonas o recorridos que te interesen, dependiendo del grupo de personas, y tus conocimientos de la ciudad.
Empezamos en las instalaciones de Urbanmovil, donde Nico nos dio una introducción al Segway, para aprender cómo llevarlo, frenar, subir y bajarse, girar … Al tratarse de una máquina con sólo dos ruedas unidas a un eje transversal, uno piensa que se va a caer al subirse, pero nada más lejos, los giróscopos y el ordenador que llevan los Segway, hacen su manejo y equilibrio incluso más fácil que el de una bicicleta. No hace falta ninguna experiencia para hacerse con él en menos de 5 minutos.
Desde el Palacio de Oriente disfrutamos de unas vistas impresionantes de lo que haremos de recorrido, viendo de fondo la Casa de Campo y el recorrido del Rio Manzanares. Utilizando el Segway por cualquier tipo de suelo (cuestas inclinadas, adoquines, tierra …) cruzamos los Jardines de Sabatini, construidos en los años 30 del siglo XX tras la proclamación de la Segunda República, y llegamos al Parque del Oeste.
Disfrutando de varios caminos del parque, llegamos al protagonista del mismo, el Templo de Debod, templo del antiguo Egipto, que curiosamente, fue construído piedra a piedra, a modo de puzzle, intentando “adivinar” la posición de cada una (ya que no se numeraron en el traslado desde su origen). La degradación del templo hizo que, tras su restauración, los huecos dejados fueran rellenados por piedras de diferente color para diferenciarlas de las piedras originales del templo. El estanque que lo rodea intenta simular al Río Nilo.
Un recorrido extenso y ameno nos hace llegar más allá del Estadio Vicente Calderón, el Matadero Municipal con su parque, prácticamente hasta la zona de Legazpi. Los serpenteantes y amplios caminos de toda la ribera nos hacen disfrutar a nuestro gusto de la velocidad y las curvas, como si estuviéramos esquiando en asfalto, de una manera muy amena y divertida.
Tras la vuelta, pasamos como último punto turístico de interés por Plaza de España, con la majestuosa presencia de la Torre de Madrid, que fue el edificio más alto de España hasta 1982, y el monumento de Miguel de Cervantes, con la curiosidad de las estátuas de Dulcinea del Toboso y Aldonza Lorenzo (el mismo personaje visto de dos formas distintas por Don Quijote).
Una agradable mañana conociendo Madrid de una forma muy diferente, con más tiempo para disfrutar de las vistas y sin pensar en el agotamiento físico de “patearse” una ciudad. De nuevo reitero la sugerencia de deleitarse de esta moderna forma de turismo activo urbano accesible a todo el mundo (y cuasi desconocida), además de entretenida y placentera.