Como la vida misma

Como si fuera la primera vez

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Quiero creer que voy a mirar este nuevo año como si fuese la primera vez que desfilan 365 días ante mis ojos. Ver a las personas que me rodean con sorpresa y asombro, alegre por descubrir que están a mi lado compartiendo una cosa llamada amor, de lo que se habla mucho y se entiende poco.

Subiré al primer autobús que pase, sin preguntar a dónde va, y me bajaré en cuanto vea algo que me llame la atención. Pasaré por delante de un mendigo que me pedirá una limosna. Tal vez le dé, o tal vez piense que se lo gastará en bebida, y siga adelante, oyendo sus insultos, y entendiendo que esa es su forma de comunicarse conmigo. Pasaré por delante de alguien que está intentando destrozar una cabina telefónica. Tal vez intente impedírselo, o tal vez entienda que hace eso porque no tiene con quién hablar al otro lado de la línea, y de esa forma intenta espantar su soledad.

En cada uno de estos 365 días miraré todo y a todos como si fuese la primera vez, sobre todo las cosas pequeñas, a las que ya estoy tan acostumbrado que he olvidado la magia que las envuelve. Las teclas de mi ordenador, por ejemplo, que se mueven con una energía que no comprendo. La página que aparece en la pantalla, y que hace mucho que no se manifiesta de manera física, aunque yo crea que estoy escribiendo en una hoja blanca, donde es fácil corregir con sólo pulsar una tecla. Al lado de la pantalla del ordenador se acumulan algunos papeles que no tengo paciencia de poner en orden, pero si descubriera que esconden novedades, todas estas cartas, impresos, recortes, recibos, ganarían vida propia, y tendrían historias curiosas que contarme, sobre el pasado y el futuro. Tantas cosas en el mundo, tantos caminos recorridos, tantas entradas y salidas en mi vida.

Voy a ponerme una camisa que acostumbro a llevar, y por primera vez voy a fijarme en su etiqueta, en la forma en que fue fabricada, y voy a intentar imaginar las manos que la diseñaron, así como las máquinas que transformaron ese diseño en algo material, visible.

Incluso las cosas a las que estoy habituado, como el arco y las flechas, la taza de café de la mañana, las botas que después de mucho uso se transformaron en una extensión de mis pies, se revestirán del misterio del descubrimiento. Que todo lo que toque mi mano, vean mis ojos, pruebe mi boca, sea ahora diferente, aunque haya sido igual durante muchos años. Así, dejarán de ser naturaleza muerta, y pasarán a transmitirme el secreto para estar conmigo tanto tiempo, y manifestarán el milagro del reencuentro con emociones que la rutina ya había desgastado.

Quiero mirar por primera vez al sol, si mañana hace sol; a las nubes, si mañana está nublado. Por encima de mi cabeza existe un cielo al que la humanidad entera, a lo largo de miles de años de observación, dio una serie de explicaciones razonables. Después olvidaré todas las cosas que aprendí respecto a las estrellas, y estas se transformarán de nuevo en ángeles, o en niños, o en cualquier cosa que me apetezca creer en el momento.

El tiempo y la vida han ido transformando todo en algo perfectamente comprensible, y yo necesito del misterio, del trueno que es la voz de un dios encolerizado, y no una simple descarga eléctrica que provoca vibraciones en la atmósfera. Quiero de nuevo llenar de fantasía mi vida, porque un dios encolerizado es mucho más curioso, interesante y aterrador que un fenómeno físico.

Y por último, quiero verme a mí mismo, cada uno de estos 365 días, como si fuese la primera vez que estuviese en contacto con mi cuerpo y mi alma. Quiero ver a esta persona que camina, que siente, que habla como cualquier otra, quiero admirar sus gestos más simples, como conversar con el cartero, abrir la correspondencia, contemplar a su mujer durmiendo a su lado, preguntándose con qué estará soñando.

Y así, seguiré siendo lo que soy y lo que me gusta ser, una constante sorpresa para mí mismo. Este yo que no fui criado por mi padre ni por mi madre, ni por mi escuela, sino por todo aquello que viví hasta hoy, olvidé de repente, y estoy descubriendo de nuevo.

Paulo Coelho

Alex

Ciudadano del mundo. Me encanta llevarme mi cámara fotográfica para inmortalizar esencias y experiencias en lugares diferentes, donde la gente vive diferente, pero donde todos disfrutamos cada día de puestas de un mismo Sol.

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06 Comments

  1. Manuel Valdepeñas

    Antes que nada, saludar, pues pasaba por aquí de visita y me apeteció hacer un comentario (perdonad la intromisión).
    Me ha encantado; sobre todo lo de los papeles que tenemos acumulados pendientes de ordenar, mirar, tirar,…
    Gracias por este artículo que nos estimula a coger el nuevo día y cada minuto con una visión renovada, que nos puede ayudar a liberarnos de la rutina, del cansancio, del estrés.
    No lo sé, pero las personas tenemos tendencia a “enfrascarnos” en la rutina. Muchas veces nos encontramos haciendo cosas cuyo único motor es “que es lo que hacemos siempre”, aun a costa de dejar en lista de espera aquellas actividades que siempre estamos deseando hacer “cuando tengamos tiempo y nos desliguemos un poco de esto o aquello”.
    Nos viene bien un poco de reflexión sobre este campo.
    Gracias de nuevo, Manolo.

    7 de junio de 2007
  2. carlos

    Me gusta Coelho. Siempre aporta paz y reflexión a sus artículos. Gracias por acercarlo a tanta gente como sigue tu blog.

    8 de junio de 2007
  3. Pijus Erectus

    Yo soy el que destroza la cabina telef’onica. La llamada que tenía que hacer era muy importante, y la máquina se tragó todo el dinero que llevaba encima sin permitirme hablar con nadie. Así que cuando me vuelvas a ver… ayúdame a destrozarla y luego préstame algunas monedas para que pueda buscar otra cabina que me estafe.

    8 de junio de 2007
  4. Kelvin

    De que libro de Coelho es sacado esta trozo???

    10 de junio de 2007
  5. luis daniel

    En cada uno de estos 365 días miraré todo y a todos como si fuese la primera vez, sobre todo las cosas pequeñas, a las que ya estoy tan acostumbrado que he olvidado la magia que las envuelve. Las teclas de mi ordenador, por ejemplo, que se mueven con una energía que no comprendo. La página que aparece en la pantalla, y que hace mucho que no se manifiesta de manera física, aunque yo crea que estoy escribiendo en una hoja blanca, donde es fácil corregir con sólo pulsar una tecla. Al lado de la pantalla del ordenador se acumulan algunos papeles que no tengo paciencia de poner en orden, pero si descubriera que esconden novedades, todas estas cartas, impresos, recortes, recibos, ganarían vida propia, y tendrían historias curiosas que contarme, sobre el pasado y el futuro. Tantas cosas en el mundo, tantos caminos recorridos, tantas entradas y salidas en mi vida.

    9 de octubre de 2008
  6. danna

    me encanoto mucho esta super bonita, es una etapa de la vida que tenemos que enfrentar me encanta

    12 de febrero de 2009